Los moai, mudos testigos de una civilización desconocida


Todos los viajeros que han visitado a Pascua hablan con profunda admiración de las gigantescas estatuas, a las que los indígenas dan el nombre de moai, de las ruinas de habitaciones, vastas plataformas y sepulcros que se encuentran en diferentes lugares de la isla, y que son mudos testimonios de la civilización que alcanzaron sus primitivos habitantes.

Se han encontrado, además, algunas planchas de madera con jeroglíficos, que los naturales llaman maderas parlantes; pero ninguno sabe hacerlas “hablar”, y por consiguiente son desconocidos el origen y significación de aquellos signos, cuya lectura revelaría, probablemente, el secreto que guarda la muda piedra de las estatuas y de los cementerios.

Las estatuas, de tamaño colosal (a veces 15 metros), están erigidas sobre una ciclópea obra de mampostería. Hanse encontrado no menos de quinientas cincuenta de estas imágenes, casi todas talladas en lava traquítica gris. De éstas hay cuarenta dentro del cráter de uno de los volcanes, el Ronororaka, y otras tantas afuera, al pie de la falda donde fueron colocadas ya listas para ser trasladadas a las diferentes plataformas. De estas estatuas, ¡algunas están terminadas, otras a medio hacer, y las hay también apenas comenzadas.

Aunque de diferente tamaño, es evidente que todas ellas son del mismo tipo y ofrecen idénticos rasgos característicos: la cabeza alargada, plana[ adaptada a una inmensa corona de color rojo; los ojos cerrados, bajo espesas cejas; la nariz grande, aguileña y muy ancha en las ventanas; la boca cerrada, de labios finos; la parte inferior de la cara ancha y pesada, y las orejas, largas y colgantes.

El rasgo más notable de estas figuras es la extraña expresión facial, común a todas ellas, que ha sido calificada de profundamente solemne y desdeñosa.

Es extraordinario que, de todas las estatuas que se hallan esparcidas por la isla, sólo una se encuentra sobre su plataforma, en tanto las demás están diseminadas sin orden ni concierto, como al descuido, lo cual hace suponer que los trabajos se suspendieron repentinamente, tal vez por una erupción volcánica, hipótesis apoyada por las cenizas y escorias en que están medio hundidas algunas de ellas. Por otra parte, según algunos, tales obras no pudieron ser llevadas a cabo por una población poco numerosa, y como la isla no puede sustentar muchos habitantes, se ha sentado la teoría de que Pascua formaba parte de otra isla mayor, hundida en el mar por un cataclismo sísmico.

Cuando se pregunta a los indígenas sobre el origen de estas imágenes, responden que hizo las estatuas un rey poderoso, o que un dios las construyó y les ordenó andar; que caminaron y fueron a situarse en línea recta sobre grandes piedras; las principales, en la vertiente del cráter Utuiti, donde cantaban loas al dios que las había esculpido.