El emperador y el conquistador: Moctezuma y Cortés se encuentran frente a frente


Cortés y sus cuatrocientos, lustrosas las armaduras, las cabalgaduras compuestas y erguidas, avanzaban por la calzada de Ixtapalapa por cuyo opuesto extremo un grupo de nobles portadores de flores venía a encontrarlos, precediendo la litera dorada que, en andas de jóvenes guerreros, traía al emperador. Príncipes y sacerdotes lo rodeaban, y a su paso el pueblo inclinaba la cabeza o se postraba en tierra. Ambos cortejos se enfrentaron ante el fuerte Xólotl: Cortés desmontó, y Moctezuma bajó de sus andas y fue cubierto por un palio de plumas bordado de oro y piedras preciosas, bajo el cual avanzó en dirección al conquistador mientras un grupo de nobles barría el suelo y tendía a su paso esteras de fino tejido. Moctezuma llevaba todas sus galas imperiales: corona de oro y orejeras de jade, sandalias de oro con piedras preciosas incrustadas y la real capa de plumas. Frente a frente, los expectables representantes de dos mundos cambiaron breves palabras, tras lo cual Moctezuma inició el retorno a Tenochtitlán seguido por su deslumbrante séquito reverente y silencioso. Cortés y los suyos marchaban detrás, rumbo al palacio de Axayacatl que se les destinó para su alojamiento; el pueblo congregado en las puertas de las casas, las azoteas y las canoas, miraba con medroso asombro a los blancos y barbados extranjeros.