Biografia de Richelieu, Armand Jean du Plessis, cardenal y duque de


(París, 1585-id., 1642) Religioso y político francés. Perteneciente a una influyente familia aristocrática, fue uno de los inspiradores del absolutismo monárquico en Francia. Con poco más de veinte años sucedió a su hermano Alphonse en el obispado de Luçon. En el contexto de las luchas religiosas entre católicos y protestantes y de las intrigas de ambos bandos en los estamentos próximos al poder, pronto se significó como un ambicioso y hábil político. Elegido diputado del clero ante los Estados Generales en 1614, trabajó con el partido «devoto» y se convirtió en uno de los principales consejeros de María de Médicis, esposa del asesinado Enrique IV y regente de su hijo Luis XIII. Concini, consejero de la reina, lo nombró secretario de Estado para la Guerra, y como tal formó parte del Consejo Real. Tras el asesinato de Concini, ordenado por Luis XIII a instancias de Albert de Luynes, siguió a la regente al destierro. Alzada ésta en armas contra su hijo, Richelieu logró hábilmente que ambos se reconciliaran y firmasen los tratados de Angulema en 1619 y de Angers al año siguiente. Merced a esta intervención recibió en 1622 el capelo cardenalicio. En abril de 1624 retornó al Consejo Real, del cual se convirtió en jefe meses más tarde. Desde ese momento y hasta su muerte arbitró la política francesa, consolidó la monarquía en detrimento de la nobleza y configuró los fundamentos del absolutismo. Reprimió así mismo a los campesinos y también a los hugonotes, cuando éstos recibieron apoyo de Inglaterra. Con todo, fue tolerante con ellos, y tras derrotarlos en La Rochelle, en 1628, proclamó el edicto de gracia de Alès que anulaba sus privilegios políticos, pero mantenía vigentes las cláusulas del edicto de Nantes. La complejidad y las aparentes contradicciones presidieron toda su actuación al frente de los asuntos de Estado. Así, no dudó en aliarse con los protestantes o apoyarlos, como en el conflicto de la Valtelina o en la guerra de los Treinta Años, para asegurar la posición de Francia frente a los Habsburgo. Este enfrentamiento, convertido casi en obsesión, le indujo a intervenir en Italia y a intrigar entre los príncipes alemanes contra el emperador Fernando II; en España, apoyó los alzamientos de 1640: el de Cataluña, que le permitió anexionarse el Rosellón, y el de Portugal, que supuso la secesión de este reino respecto a la Corona española. Esto motivó la reacción del partido católico, en que se integraban Gastón de Orleans, quien había intentado asesinarle, Ana de Austria, esposa de Luis XIII, y la madre de éste, María de Médicis. Pese al poder de este bando que buscaba su eliminación, el rey lo mantuvo en su puesto y salió fortalecido del enfrentamiento. María de Médicis se vio obligada a abandonar Francia en 1631, poco después de que Richelieu recibiera la designación real de duque-par. Los ingentes gastos ocasionados por las guerras libradas contra los Habsburgo de Austria y España, en quienes veía una amenaza para el futuro de Francia en el continente, condicionaron su política económica, de corte mercantilista. La necesidad de generar recursos para financiar estos conflictos armados provocó numerosas rebeliones de los estamentos provinciales y de los campesinos, como las de los croquants de Périgord, en 1635, las del Limousin y del Poitou, en 1636, y la de los va-nu-pieds de Normandía, en 1639. En este marco se inscribieron también sus tentativas coloniales en Canadá y Madagascar y la creación de las compañías monopolísticas de Martinica y Guadalupe, entre otras empresas. Pero en todos los frentes hizo valer la razón de Estado, y con este propósito articuló la Administración y las instituciones políticas alrededor de la figura del monarca, en quien recayó el ejercicio del poder absoluto.

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