Biografia de Nerón [Lucio Domicio Nerón Claudio]


(Antium, actual Italia, 37-Roma, 68) Emperador romano (54-68). Fue emperador a los diecisiete años, a la muerte de Claudio en el 54. En su entorno se desató una lucha por el poder entre dos grupos de cortesanos, uno encabezado por su madre Agripina y el otro por Séneca, su preceptor. Este último resultó el vencedor, tras los asesinatos de Británico (año 55), hermanastro del emperador, en quien Agripina pretendía apoyarse para arrebatar el poder a su hijo, y el de la propia Agripina, en el 59. A partir de este momento Nerón fue apartándose de la influencia de Séneca y sus planteamientos prosenatoriales para derivar hacia un populismo autocrático parecido al de su tío Calígula. Intentó gobernar apoyándose en la plebe urbana de Roma, y a ello obedece el que la visión que nos han dejado escritores senatoriales como Tácito o Suetonio sea muy desfavorable. Otro elemento que ha hecho que la figura de Nerón se vea con tintes muy negativos fue la persecución a la que sometió a los cristianos, a los que utilizó como cabeza de turco al acusarlos de ser los autores del voraz incendio que arrasó Roma en el 64. La oposición al Senado y la necesidad de dinero para hacer frente a los numerosos gastos del aparato imperial, llevaron al emperador a recurrir a la habitual política de condenas y confiscaciones contra grandes propietarios de la aristocracia romana acusados de delitos de lesa majestad, así como a devaluar la moneda. Pronto aparecieron diversos complots para deshacerse de Nerón, como la de Pisón en el 65, que fracasó y fue seguida de una represión en la que murieron Petronio y Séneca. Todo esto hizo que el emperador se volviera cada vez más desconfiado y considerase como una amenaza a cualquiera que tuviese una mínima popularidad, y así no dudó en hacer ejecutar sin juicio a Corbulón, un exitoso general. Esto causó profundo malestar en el ejército, que a la sazón luchaba en diversos frentes para sofocar una serie de revueltas populares en Britania y Palestina. En el 68 se sublevaron las legiones de la Galia al mando de Víndice y las de Hispania mandadas por Galba. La rebelión de los legionarios coincidió con una oleada de descontento en la misma Roma y el emperador, desesperado, se suicidó.

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