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Apuntes: Sátira
Contribución de cesar el Sunday, June 17 @ 13:44:52 EST
Apuntes Literatura

Sátira, en literatura, texto en prosa o en verso que emplea la agudeza bajo la forma de la ironía, la alusión o la burla para mostrar la locura y la maldad humanas. El término se deriva del latín satura, 'mezcla' o 'plato colmado', y se relaciona con el adjetivo también latino que significa 'repleto'. Satura designa, en realidad, una forma poética propiamente romana. En el renacimiento, como resultado de una falsa interpretación de la etimología, se asoció con la palabra sátiro, por lo que adquirió la connotación de burla lasciva. De todos modos, desde la antigüedad se suponía que las sátiras señalaban debilidades y alertaban sobre las conductas reprobables.

LA SÁTIRA EN LA ANTIGÜEDAD

No existía en la antigua Grecia una gran tradición de poesía satírica. Entre los pocos autores de sátiras figuran Arquíloco, cuyos versos datan de principios del siglo VII a.C., y Cercidas el Cínico. Arquetipos del drama satírico griego son las comedias de Aristófanes que, escritas en el siglo V a.C., se siguen representando actualmente. La sátira como una forma literaria autónoma fue una creación de la literatura latina, a partir de Cayo Lucilio. Sus treinta libros de sátiras en verso presentan desenfadados puntos de vista sobre una amplia variedad de temas.

El primer gran autor de sátiras, cuyas obras sirvieron de modelo a otros escritores, fue el poeta Horacio. Satírico sereno, prefería comentar "con una sonrisa" locuras tales como la tendencia a los extremos, especialmente en materia sexual, o las conductas groseras. En contraste con la amable burla de Horacio se encuentra el humor cáustico de su contemporáneo Juvenal, quien, a través de 16 sátiras en verso, fustiga los vicios de la sociedad urbana de Roma y los opone a la tranquilidad y la honradez de la vida campesina. Desde una perspectiva estoica, denunció el asesinato, ciertas prácticas sexuales, el fraude, el perjurio, el robo, la gula, la lujuria, la avaricia y la adulación a los poderosos como pecados de igual magnitud. Censuró también la brutalidad de los soldados con los civiles. Su misoginia se explayó en descripciones de los tipos de mujer que más le disgustaban. Algunas de sus sátiras infuyeron en escritores como el italiano Giovanni Boccaccio, el francés Nicolas Boileau-Despréaux y los ingleses Lord Byron y Samuel Johnson, quien, especialmente en el poema Vanidad de los deseos humanos (1749), realiza un comentario desesperado sobre la fragilidad de la razón humana.

Marcial, poeta hispanorromano y amigo de Juvenal, fue maestro en el arte del epigrama, donde la burla se enlaza con un tono próximo al insulto. Antes de regresar a Hispania, escribió 12 libros de epigramas en verso, con mordaces comentarios sobre la decadente vida romana. Él introdujo la práctica satírica de oponer las virtudes de sus amigos con los defectos de sus enemigos personales. También del siglo I, Petronio describió en el Satiricón las aventuras de dos personajes, Encolpio y Ascilto, representativos de la sociedad de la época. Gran parte del libro se ocupa del banquete en casa de Trimalción, cuyos esfuerzos por orientar la conversación hacia temas filosóficos y literarios resultan vanos. El director italiano Federico Fellini realizó la recreación cinematográfica del Satiricón.

SÁTIRA MEDIEVAL

En la edad media, deben situarse en el marco de la sátira las canciones de escarnio y maldecir, las creaciones de los goliardos (véase Literatura goliárdica) y, en general, las composiciones cómico-carnavalescas que asocian lo satírico con la parodia y, además, con la fábula, que permite representar defectos humanos y sociales identificándolos con conductas animales. En el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz se realiza una fusión de lo goliárdico, lo fabulístico, lo cómico carnavalesco y un sentido del humor próximo a la ironía. La Danza general de la muerte presenta un desfile de todos los estados sociales frente a la muerte "igualadora", como pretexto de examen de los vicios que afectan a la sociedad en su conjunto. La sátira se desarrolla sobre todo en la literatura de raíces populares: las Coplas de Mingo Revulgo (1464), atribuidas a Hernando del Pulgar; las Coplas de Di Panadera; las Coplas del mal gobierno de Toledo, de Gómez Manrique, por ejemplo, reflejan la crítica, a veces procaz (como en las Coplas del Provincial), de la realidad política y de sus representantes. En las Coplas de Mingo Revulgo se alude a la homosexualidad de Enrique IV, que anda "tras los zagales" y abandona a las "ovejas" (el pueblo) "por folgar tras cada seto"; en las coplas de Gómez Manrique (también llamadas Exclamación e querella de gobernación), se lee: "En un pueblo donde moro/ al nesçio fazen alcallde" y "Los cuerdos fuyr devrían/ de do locos mandan más,/ que quando los çiegos guían/ ¡guay de los que van detrás!".

SÁTIRA RENACENTISTA

Con el renacimiento, comenzó a ser más frecuente la sátira en prosa que en verso. Los cuatro maestros del género fueron el poeta y humanista alemán Sebastian Brant, el escritor francés François Rabelais, el escritor holandés Erasmo y el español Miguel de Cervantes Saavedra. Brant ridiculiza un repertorio completo de tipos humanos en Das Narrenschiff (La nave de los locos, 1494). Erasmo utiliza a la locura como narradora de su Elogio de la locura (1511), que aún logra hacer reír a los lectores modernos al satirizar las costumbres, creencias y conductas de los individuos de la sociedad de su tiempo. Las ilustraciones que figuran en la edición original, obra del artista alemán Hans Holbein el Joven, refuerzan el mensaje del texto. Pantagruel (1532) y Gargantúa (1534), de François Rabelais, ofrecen una visión hiperbólica y humorística, con un lenguaje muchas veces escatológico, que se integra con la erudición y los ideales humanistas del autor. La gran sátira (y también parodia) de la caballería andante, Don Quijote de la Mancha, aporta no sólo una visión crítica de la sociedad de la época, dividida entre el idealismo y las urgencias de la vida cotidiana, sino también el gran tema de la literatura y de la ciencia contemporáneas: la confusión entre apariencia y realidad, la validez de la percepción individual, por encima de los dogmas acerca de lo verdadero y de lo falso.

Deben citarse también autores como Cristóbal de Castillejo, Francisco de Quevedo (sus Sueños, por ejemplo), Baltasar Gracián y El criticón. En Francia, los dramas de Molière satirizan a muchos tipos sociales y morales: hipócritas, arribistas, cornudos, donjuanes y médicos impostores. Su contemporáneo, el crítico Nicolas Boileau-Despréaux, escribió 12 sátiras en verso donde muestra conductas y asuntos tanto públicos como privados.

SÁTIRA DEL SIGLO XVIII

A principios de este siglo comienza en Inglaterra la llamada edad de oro de la sátira. Una de las más brillantes de tipo social es la La ópera del mendigo (1728), de John Gay, que inspiró la adaptación realizada en 1928 por Bertolt Brecht y Kurt Weill: La ópera de cuatro cuartos. Destacan también los novelistas Henry Fielding, Jane Austen y Jonathan Swift, cuyo apasionado interés por el ser humano individual lo coloca paradójicamente en la actitud de misántropo. El francés Voltaire, en su obra Cándido, realiza una defensa de los principios del Siglo de las luces, lo que le valió una enérgica reacción oficial por su crítica de las ideas religiosas y sociales dominantes.

En España, el padre jesuita José Francisco de Isla, en Historia del famoso fray Gerundio de Campazas alias Zotes, critica la tendencia a la palabrería hueca en los sermones y propone uno, por ejemplo, llamado "ciencia de la ignorancia en la sabia ignorancia de la ciencia". Tomás de Iriarte consigue, con sus Fábulas, atenuar el rigor moral mediante la gracia de sus rimas y la oportunidad de sus dardos satíricos.

LA SÁTIRA EN EL SIGLO XIX  En el siglo XIX español destacan, como obra aislada, las Humoradas de Gaspar Núñez de Arce, epigramas que recuerdan a Marcial. En prosa, sobresalen sin duda los Artículos de costumbres de Mariano José de Larra. El escritor argentino Juan Bautista Alberdi realiza, en El gigante Amapolas, una visión satírica que roza la caricatura acerca de la tiranía de Juan Manuel de Rosas. En la literatura en lengua inglesa, variedades de la sátira aparecen en los relatos breves de Mark Twain y en la obra de Ambrose Bierce, especialmente su Diccionario del diablo; las novelas de Charles Dickens constituyen una sátira de la hipocresía oficial y de las convenciones de la era victoriana. También puede citarse a Oscar Wilde por su gusto por la paradoja, así como a George Bernard Shaw.

LA SÁTIRA EN EL SIGLO XX  Una de las líneas del desarrollo de la sátira en el siglo XX es su uso como medio para enjuiciar y burlarse de los regímenes dictatoriales o para ridiculizar ciertos mitos sociales (el sueño americano, la inconsistencia de las utopías), la rigidez de las convenciones sexuales y las coerciones religiosas. Se mezclan con este propósito obras de muy diverso género y origen: las piezas teatrales de Brecht contra el ascenso del nacionalsocialismo (Los fusiles de la madre Carrar); las películas El gran dictador o La quimera del oro de Charlie Chaplin; Un mundo feliz de Aldous Huxley; Nathanael West con su disección del ambiente cinematográfico de Hollywood en Como plaga de langosta; la visión esperpéntica de Valle-Inclán; los sainetes (y, con ellos, las variantes del género chico) de Carlos Arniches; la canción popular (de la tendencia inaugurada por Georges Brassens o Boris Vian en Francia, a Javier Krahe y Joaquín Sabina en España, o Nacha Guevara en Argentina). Pertenecientes a un género híbrido, oscilante entre las artes plásticas y la literatura, dentro de la tradición de los emblemas (alegoría), se encuentran las "calaveras" del mexicano José Guadalupe Posada, combinación de grabado y texto que cumplió un papel crítico y de propaganda durante la Revolución Mexicana. La sátira, además de su elaboración estrictamente literaria, aparece en cierto estilo de periodismo que se propone, desde el humor, muchas veces corrosivo, actuar como medio informativo al margen de la noticia oficial: revistas como Le Canard enchaîné en Francia, Private Eye en Gran Bretaña, La Codorniz en España y Krokodil en la Unión Soviética dan buena muestra de ello.




 
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