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ACUARIO

ACUARIOS DE PARQUES Y JARDINES


Están constituidos estos acuarios por estanques de diferentes formas y dimensiones, de una profundidad de poco más de un metro; en el fondo y en diferentes puntos se colocan guijarros y trozos de roca, formando rampas, arrecifes y grutas, y en las paredes se dejaran algunos huecos para facilitar el desove, o proporcionar tranquilo retiro a los pobladores del acuario.

Por lo demás, a éste se le pueden dar disposiciones variadísimas a fin de figurar bahías, estrechos, canales, ensenadas, promontorios, islotes, cavernas, cascadas y otra porción de accidentes, que al par que aspecto pintoresco y agradable vista en el jardín, suministren a los animales y plantas del acuario un accidentado campo de vida.

Los cuidados generales de estos acuarios, así como la manera de dotarlos de plantas acuáticas apropiadas, son análogos a los indicados al tratar dedos acuarios de salón.

Respecto a los animales que se elijan, puede haber más variedad, y para evitar los inconvenientes de la asociación de animales voraces y batalladores con otros tímidos, de pequeño tamaño y de escasos medios de defensa, así como para la debida separación entre los quelonios fluviátiles, enemigos de los peces, pueden hacerse divisiones o acuarios parciales, fáciles de obtener en el acuario general, dando al conjunto un aspecto vistoso e interesante, tanto desde el punto de vista artístico como del científico.

Para transportar vivos los peces pequeños al acuario, se llevan en frascos y botellones que contengan una mitad de agua y el resto de aire respirable. Los peces de mayor tamaño se transportan en tinas con plantas acuáticas enraizadas.

Aconséjase también otro medio sencillo y de fácil comprobación. Tan pronto como se saque un pez de la red se le introduce en la boca una miga de pan tierno empapado en aguardiente, de manera que le llene toda la boca, y después se echa sobre la misma miga, un chorro del mismo líquido espirituoso; el pez entonces se queda inmóvil y como adormecido, y en estas condiciones, se le envuelve en paja fresca que se cubre después con un paño húmedo. Asegúrase que el pez puede sufrir de este modo un viaje de ocho o diez días, sin perecer; y así que llega a su destino se le quita el paño, la paja y la miga y se le echa en una vasija a propósito que contenga agua pura, donde al cabo de un cuarto de hora, empieza a menearse y, despertando por completo de su letargo, continúa después sin contratiempo su, puede decirse, interrumpida existencia.

Sucede también a veces que cuando las aguas de los estanques y acuarios no se renuevan en mucho tiempo y adquieren mal olor por las sustancias orgánicas que en su interior se pudren, los peces se atufan y se les ve flotar de costado o panza arriba entre dos aguas. El modo de evitar este accidente es la limpieza general del depósito y procurar siempre que no haya en éstos más individuos que los que cómodamente puedan vivir; y en cuanto a las veces que sobrenadan acostados, para volverles a su estado normal, no hay más que cogerlos y con cuidado y ligereza verterles en el interior de la boca unas gotas de aguardiente y colocar los después aislados en vasijas con agua fresca, dejándolos allí hasta que se restablezcan, en cuyo caso se les vuelve al acuario general.

En las estufas de algunos jardines, se instalan también acuarios dedicados particularmente a plantas acuáticas exóticas. Entre los más notables de esta clase deben citarse los de Kew, Sydenham y Chatsworth en Inglaterra y el del Museo de Historia Natural en Paris.


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