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ACUARIO

ACUARIOS DE AGUA SALADA


Son los que se destinan a la conservación de plantas y animales marinos; su establecimiento en localidades apartadas de las costas ofrece bastante dificultad si han de surtirse de agua del mar; para remediar este inconveniente, se confeccionan líquidos salobres artificiales de la manera siguiente:

Sal común 100 gramos.
Cloruro magnésico 14,30 gramos.
Sulfato magnésico 8,80 gramos.
Cloruro potásico 3,00 gramos.
Agua pura 4000 gramos.

Estos acuarios se construyen imitando lagos, y de modo que tengan en todos los puntos de su extensión cinco o seis veces más anchura que profundidad, a fin de que presenten mucha superficie a la atmósfera; las paredes se construyen de mampostería con cemento portland.

La parte interior de estas paredes se cubre de rocas simulando en su conjunto interno galerías de grutas y cavernas, con sus estalactitas correspondientes, y de trecho en trecho, en los puntos en que las paredes de estas galerías tocan a las paredes del estanque, se encuentran en vez de las piedras, anchos y gruesos cristales, para poder examinar el interior del edificio habitado por los animales acuáticos.

Se procura, para hacer más notables y sorprendentes los efectos, que el fondo del acuario presente escollos, gargantas, cavernas y otras escabrosidades submarinas, con la vegetación propia de tales parajes y madrigueras, poliperos del coral, algunas conchas de moluscos, para dar la mayor semejanza posible a las condiciones naturales en que se desarrolla la vida en el seno de los mares.

Al construir estos acuarios, se deberán tornar ante todo ciertas precauciones semejantes a las indicadas al hablar de los acuarios de salón; a saber: que el piso tenga siempre una capa, de arena y carbón; que la aireación sea lo más activa posible, con plantas acuáticas, por movimiento del agua o por inyección de aire en el seno de la masa líquida; y por último, que queden situados los depósitos de manera que estén a cubierto de las bruscas oscilaciones de temperatura.

Esta no debe descender de siete grados en el invierno ni pasar de diez en el verano, y siempre que se disponga de agua abundante, debe renovarse en cuanto la del recipiente despida mal olor, trasvasándola sin remover el fondo y trasladando previamente los animales y las plantas a otro recipiente.


2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal