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ACUARELA

LA ACUARELA EN LA RESTAURACIÓN CARLOVINGIA


Con la restauración carlovingia, que tanto predominio dio a los modelos griegos y latinos, volvió a ponerse en boga la abandonada pintura a la aguada con colores de cuerpo, según se usaba en los buenos tiempos, y la acuarela perdió el prestigio que había alcanzado merced a los calígrafos anglosajones.

Pero aquella restauración duró poco, y los cien años que transcurrieron desde la muerte de Carlos el Calvo se consideran con justa razón como la época más desastrosa para las artes y las letras.

En este funesto período vino a perderse casi por completo la vigorosa manera de pintar a la aguada, que los artistas francos habían aprendido de los griegos; los calígrafos olvidaron el modo de graduar las tintas, no supieron ya dibujar con el pincel ni dar al ser humano su forma y sus colores, ni hacer composición alguna que requiriese expresión y movimiento. Volvieron a la costumbre de perfilar con tinta y pluma y de dibujar de rutina figuras desproporcionadas y monstruosas, medio hombres y medio bestias, y a aplicar los colores como simple baño, sin modelado alguno, dejando transparentar los contornos y dintornos, y sin mas coloración en los rostros que una apagada tinta toda igual con algún leve toque de bermellón en las mejillas.

Podríamos citar bastantes manuscritos de la centuria que transcurre desde el año 877 hasta el 973 para hacer ver lo que eran en las naciones más cultas de Europa el arte y la acuarela antes del advenimiento al trono del emperador Otón II, bajo cuyo cetro la pintura y todas las artes que de ella dependen dan señales visibles de una feliz resurrección, comenzada en Alemania por los bizantinos y derivada luego a todos los demás países.

Nuestros monasterios benedictinos de Aragón, Navarra, la Rioja y la Cantabria no podían permanecer extraños al influjo de la general decadencia artística; así que los trabajos ejecutados durante los siglos ix y x en los escritorios de Leyre, San Millán de la Cogolla, Liébana y otros de aquellas montuosas regiones, los que cabalmente habían sido más iluminados por los rayos de la restauración carlovingia, son hasta lo indecible bárbaros y grotescos, en cuanto al dibujo de las figuras y en lo concerniente al procedimiento técnico. La Biblioteca del Escorial y la de la Real Academia de la Historia ofrecen irrecusables testimonios de la verdad de nuestro aserto en los famosos códices del Apocalipsis de Apringio, Vigilan y otros.

Inglaterra siguió en el siglo xi el ejemplo de la restauración promovida en Alemania por los Otones: el monje Godemar de esa centuria, autor de un interesante libro litúrgico que se conserva en la biblioteca del cabildo de Remen, y que lleva el título de Bénedictionnaire de Rouen, produjo una verdadera obra de estilo bizantino, en cuanto al dibujo, la composición y el colorido, en la preciosa viñeta que representa el Bautismo de Cristo, en la cual abandonó completamente el procedimiento de la acuarela, a que se mostraban todavía apegados algunos de sus coetáneos, como lo demuestran dos Evangelios de la Biblioteca de París (n° 9392, fondo latino, y n° 458, fondo San Victor) pintados por este sistema.

Francia entró más tarde que Alemania en la restauración artística. El célebre misal del monasterio de San Marcial de Limoges (n° 821, fondo latino) es de lo más rudo que puede verse como dibujo y como colorido; solo un misal de la Abadía de San Dionisio (n° 666, fondo latino), del mismo siglo xi, revela las máximas artísticas y el procedimiento a la aguada, con colores de cuerpo y bien empastados, de la escuela bizantina.

Las escuelas episcopales y monásticas se multiplican en el suelo de allende el Pirineo, en el siglo xii, y los manuscritos ilustrados empiezan a ser mas abundantes; y sin embargo, el procedimiento de la acuarela y de la simple iluminación no se destierra allí del todo.

Más atrasada se mostraba aún la Italia en los siglos xi y xii. Las reproducciones que publicó d'Agincourt de las viñetas de varios manuscritos italianos de aquella época, a pesar de la conocida predisposición de este erudito arqueólogo a exaltar todo lo de aquel país, dan una triste idea de la miniatura italiana anterior al xiii.


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