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ACROMATISMO

EL ACROMATISMO EN ÓPTICA


En óptica, propiedad de un sistema de prismas ópticos o de lentes, de producir la desviación de los rayos luminosos que lo atraviesan, sin producir su descomposición o dispersión. Las imágenes de los objetos vistos a través de tal sistema refringente no presentan aureolas coloreadas, sino que los bordes de dichas imágenes se perciben limpios, bien definidos, con sus colores propios y sin irisaciones de ninguna clase.

Cuando los rayos luminosos atraviesan un prisma o una lente, se desvían de su dirección primitiva con arreglo a las leyes de la refracción y al índice de refracción de la sustancia que forme el medio refringente. De modo que si el haz luminoso es de luz blanca, o compuesta, como es sabido, de varios rayos diversamente coloreados, éstos se separan unos de otros, a causa de su diferente refrangibilidad, a la salida del prisma, resultando de aquí los fenómenos de descomposición o dispersión de la luz y de aberración cromática. Por eso al mirar los objetos a través de un prisma o una lente formados de una sola sustancia, se ven siempre sus bordes coloreados, formándose alrededor de las imágenes unas aureolas diversamente coloreadas que molestan mucho para la percepción clara de dichas imágenes. En evitar este fenómeno, llamado aberración cromática, consiste el acromatismo.

Creyendo Newton que la desviación y la dispersión de los diferentes rayos luminosos son proporcionales, afirmó que era imposible querer corregir la una sin destruir la otra, es decir, que no se podrá lograr el acromatismo de un sistema refringente, si se quiere que este sistema conserve la propiedad de desviar los rayos. Pero la creencia de Newton era errónea, puesto que es cosa demostrada que el poder dispersivo de una sustancia no es proporcional a su índice de refracción; y sustancias que tengan el mismo índice de refracción, pueden tener poder dispersivo muy distinto. De aquí el que puedan efectivamente hacerse desaparecer los efectos de la dispersión producida por un prisma sin anular a un mismo tiempo la desviación de los rayos luminosos.

El óptico inglés Dollon lo demostró experimentalmente en 1758. Tomando dos prismas formados de sustancias diferentes y de ángulo distinto y colocándolos en posición inversa uno del otro, es decir, la base del uno con el vértice del otro y viceversa, puede conseguirse que un haz luminoso que los atraviesa salga desviado y no descompuesto. Para esto hay necesidad de emplear prismas cuyos ángulos de dispersión sean iguales; es decir que satisfagan la proporción A/A’ = d/d’, siendo A y A’ los ángulos refringentes de los prismas, y d y d’ los coeficientes de dispersión. Esta condición se logra asociando un prisma de crown-glass (vidrio ordinario) de angulo de 60°, con otro de flint-glass (cristal) de 29,17°; el sistema formado por esos dos prismas acromatizará perfectamente los rayos luminosos cuyo ángulo de incidencia sea de 50°; para cualquier otra inclinación, el acromatismo no es perfecto más cuando se logre disminuir más o menos la aberración cromática: los prismas asociados combinados en la forma dicha se denominan prismas acromáticos.


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