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ACOMODACIÓN

PARESIA Y PARÁLISIS DE LA ACOMODACIÓN


El aparato de la acomodación es susceptible de experimentar alteraciones morbosas. La parálisis de la acomodación trae como consecuencia la disminución o abolición de la amplitud normal de la acomodación. El punto próximo se aleja tanto más del ojo cuanto aquella es más graduada.

Se distingue la paresia y la parálisis. El músculo afecto es el ciliar y el nervio el motor ocular común. La parálisis determina molestias más o menos marcadas, según su grado y el estado de refracción del ojo; el miope sufre menos, pues aun puede escribir y leer de cerca. Los enfermos acusan a veces micropsia, lo que se explica porque el tamaño aparente de los objetos depende no sólo del tamaño de la imagen retiniana, sino también de la distancia a que nos parece que se encuentran. Se observa muy a menudo la midriasis.

El diagnóstico se funda en la falta del poder de acomodación: sólo se ven distintamente los objetos situados en el punto remoto. Cuando sólo hay disminución en la amplitud del poder de acomodación, hay paresia. La prominencia formada por el iris con disminución de la cámara anterior, durante los esfuerzos de acomodación, debe faltar en la parálisis. Según Volckers, puede utilizarse este fenómeno objetivo para el diagnóstico.

Entre las causas figuran en primera línea las afecciones del sistema nervioso central, la apoplejía, esclerosis, tumores, etc., o las que pueden interesar al tercer par en su trayecto, periostitis, tumores de la base del cráneo, de la órbita, etc.; la difteria faríngea, la sífilis en períodos muy lejanos de la infección, pudiendo ser la parálisis un fenómeno aislado y repentino, en cuyo caso el diagnóstico etiológico es difícil. La angina tousilar fuera de la difteria puede producir la parálisis. Son también causas de ella, las variaciones bruscas de temperatura y las corrientes de aire; y puede presentarse en la diabetes, la intoxicación saturnina, neuralgias del trigémino, difteria de las heridas, catarro gástrico agudo, herpes zoster, etc. La atropina y la duboisina son, además de midriásicos, paralizantes del aparato de acomodación.

Cuando la parálisis de la acomodación es consecutiva a la difteria, a enfermedades graves o al traumatismo, su pronóstico es generalmente favorable. La de origen sifilítico sólo se cura excepcionalmente. También es grave el pronóstico en casi todos los demás casos.

En el tratamiento debe tenerse presente la causa. En la difteria, en la consecutiva a debilidad constitucional o a enfermedades graves, debe recurrirse al régimen reconstituyente y a la medicación tónica; en la sifilítica al tratamiento específico; en las reumáticas al yoduro potásico y al principio a los diaforéticos (pilocarpina). Se ha recurrido también a las instilaciones de eserina, de alcanfor, a la electricidad, a las inyecciones subcutáneas de estricnina, a las emisiones sanguíneas locales, etc.

2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal