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ABLUCIÓN

LAS ABLUCIONES EN ORIENTE


Las abluciones de carácter puramente religioso desempeñan un gran papel en las naciones del Oriente Asiático y las regiones turanieuses más civilizadas del Asia Central. En el Japón, a más de las aspersiones hechas al niño cuando se bautiza, existen otras abluciones prescritas por el culto.

Las abluciones existen en otras partes del Asia en forma aún más característica. La vida del brahma es una serie continua de abluciones por medio de las cuales se purifica. El indio recurre a la vaca sagrada en busca del líquido necesario a sus numerosas abluciones; pero el líquido que principalmente emplea es el agua divina a la que dirige esta oración: Agua divina, llévate todo lo malo que en mí encuentres; todo lo que yo haya podido hacer por la violencia, todas las maldiciones que haya podido pronunciar, y todas las mentiras en que haya podido incurrir.

La ablución, según el sistema religioso de los indios, es obligatoria antes de emprender un viaje, antes de la oración y antes de la comida, si bien la manera de hacerla varía con las castas: los brahmines o sacerdotes se purificaban por el aguá que llegaba hasta su pecho; los tchattriyas o guerreros, por la que llegaba a su cuello; los waicyas por la que tomaban en la boca; y los sudras o artesanos, por la que tocaba el borde de sus labios.

La religión de los Parsis les preceptúa un sistema de abluciones que denota comunidad de origen con el sistema índico. Los baños o aspar simios de agua forman parte de los ritos cuotidianos, entre los cuales se halla el de rechazar al demonio con aspersiones que les hacen salir mosqueado, o en forma de mosca, por el dedo grueso del pie izquierdo del poseído.

Muchas de estas abluciones son simples aspersiones locales sobre cada miembro. Hoy el Persa ejecuta, bajo el influjo acaso de estas ceremonias religiosas antiguas, por motivos de salud y limpieza lo que antes hacia en honor a la divinidad; y lleva a tal punto su escrupulosidad en estas abluciones locales, que se lava los ojos cuando cree que estos se han mancillado con la vista de un infiel, para lo cual lleva siempre consigo un largo jarro, con objeto de hacer sus abluciones, no obstante lo cual la mayoría de ellos dista de ser gente limpia y aseada y de cumplir con los más rudimentarios preceptos de la higiene.

La ablución, pues, en Oriente era un medio de aseo recomendado y consagrado por las creencias religiosas.

2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal