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ABANICO

ORÍGENES DEL ABANICO


Hay quienes creen que el uso de los abanicos plegables o de cierre se pierde en la más remota antigüedad. No hay tal cosa; su invención es relativamente muy moderna. Sin duda en los países de atmósfera caldeada había desde hace miles de años aparatos portátiles para producir corrientes artificiales de aire con que templar los excesos del calor; pero nuestros abanicos de cierre eran entonces totalmente desconocidos. Parece que a principios del siglo xv —de 1401 a 1423— fueron introducidos en China por vez primera desde la Corea, a la cual acaso corresponda la prioridad de la invención. De China pasaron a Portugal, a España y a Italia, donde fueron aceptados mucho antes que en los demás países europeos.

Según Evelyn, los abanicos plegables de papel fueron traídos do China a Europa por los jesuitas.

Catalina de Médicis los introdujo en Francia; pues consta que sus abanicos se abrían y se cerraban como los de la actualidad. Los elegantes de la corte de Enrique III, a ejemplo del rey, los acogieron con entusiasmo. Prendas y testimonios del mayor lujo, en los reinados de Luis XIV y Luis XV, los abanicos fueron complemento indispensable del equipo de una gran señora. Las pinturas más exquisitas, el papel de China más escogido, el tafetán de Florencia más delicado, la vitela y la cabritilla española mejor elaboradas, las piedras preciosas, el oro y los diamantes, realzaban con verdadera profusión el ornato y el precio de los abanicos franceses de la época. En el siglo XVII aparecieron en Inglaterra por primera vez los abanicos que podían abrirse y cerrarse; pero el varillaje, al principio, estaba sujeto a un mango. Eran de tamaño enorme, y joyas, encajes y telas exquisitas entraban en su adorno, juntamente con pinturas históricas mitológicas, ejecutadas por artistas eminentes. Durante el período de la Revolución francesa, el abanico cayó en todas partes en desuso, pero bien pronto volvió a su primera estima, y desde entonces es un objeto indispensable en el elegante ajuar de las señoras.

En la actualidad coexisten con los abanicos de cierre otros de formas muy variadas, pero que no pueden plegarse; por ejemplo, los paipaís chinos y filipinos y los ventanea de Cataluña (ventalls).

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