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ABANICO

ALFABETO DEL ABANICO MOVIDO POR UNA SOLA MANO


El alfabeto del abanico movido por una sola mano se fundaba en los dos mismos principios del campilológico: cuatro orientaciones, y cinco posiciones distintas en cada orientación. A la orientación de las vocales correspondía el abanico cerrado, o bien abierto pero presentado de filo de perfil a aquel a quien se hablaba; la segunda orientación se indicaba con el abanico abierto y presentado de frente, pero manejado de tal modo que el dedo grueso quedase oculto por el varillaje; la tercera orientación con el abanico también de frente, pero sujeto de tal modo que por delante de las varillas apareciese el dedo grueso; y la cuarta orientación con el plano del país colocado horizontalmente o hacia abajo. Para las vocales había, pues, doble juego de orientación: para las consonantes uno solo. Las cinco posiciones distintas correspondientes a cada orientación se simbolizaban, con posiciones y movimientos análogos a los de la campilología: una posición vertical; una inclinación al frente; otra a la izquierda; otra hacia el pecho, y otra a la derecha. En la cuarta orientación sólo había tres direcciones: una al frente, otra a la izquierda, y otra a la derecha. Mas, como el abanico se presta a tantas variantes, parece que la primera orientación (la correspondiente a las vocales) se simbolizó también con el abanico un poco abierto y presentado de perfil; la segunda orientación con el abanico todo cerrado menos algunos pocos pliegues de la izquierda presentados de frente a aquel a quien se hablaba; la tercera orientación con el abanico también cerrado menos algunos pocos pliegues de la derecha, también presentados de frente; y la cuarta orientación abierto el abanico. Las cinco posiciones diferentes en cada orientación, eran inclinaciones análogas a las dichas.

En fin, cada muchacha inventaba sobre esto nuevas variantes; pero el sistema continuaba permanente en lo esencial: cuatro orientaciones, y cinco posiciones distintas en, cada orientación. Y la prueba de que en eso consistía el originario lenguaje del abanico, está en el hecho de que el alfabeto campilológico era entonces comprendido de todas las señoras que la echaban de liberalas, como, con bien poco respeto a la gramática, las apodaba la policía de aquellos tiempos.

Hoy, abolida enteramente la suspicacia intolerante de la recluida educación que se daba a nuestras abuelas, y en usufructo los jóvenes de ambos sexos de todas las facilidades del trato que permite la buena sociedad sin detrimento de la decencia, el lenguaje del abanico carece del incentivo de lo prohibido, y naturalmente su prestigio disminuye, y acaso esté llamado a desaparecer. Pero todavía subsiste ese lenguaje seduciente, o mejor dicho, estamos en plena Babel de sus alfabetos; y quizá el primitivo se mantenga aun en muy pocas localidades; pues las más exquisitas y diligentes investigaciones no consiguen ahora, por regla general, obtener más que datos muy discrepantes entre sí; sin embargo de lo cual, sus continuas coincidencias (demasiado numerosas para ser simplemente casuales) no dejan duda ninguna acerca de la comunidad de origen, acaso conservado en toda su pureza sólo en el sigilo de la campilología, por ser necesaria su inalterabilidad para la inteligencia de los iniciados.

El abanico tenía además su taquigrafía, o sea sus expresiones abreviadas, muchas de las cuales se conservan por unanimidad. El apoyar los labios en los padrones significa: No me fío; quitarse con ellos el cabello de la frente: No me olvides; abanicarse muy despacio: Ya me eres indiferente; pasear el índice por las varillas: Tenemos que hablar; entrar en la sala o salir al balcón abanicándose: Luego salgo; entrar cerrándolo: No salgo hoy; abanicarse con la mano izquierda; No coquetees con esa, etc., etc., etc.

2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal