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LETRA A

HISTORIA DE LA A COMO CARÁCTER ESCRITO


Examinados los alfabetos antiguos de Grecia, y comparados con los hebreos, fenicios, etruscos y sus afines, muy pronto se echa de ver, no sólo gran semejanza entre los caracteres que los constituyen, sino marcado parentesco con los que usamos actualmente. Los rasgos de la A lo evidencian de un modo muy característico en fenicio, samaritano, hebreo, etrusco, griego, romano y caracteres modernos.

Las letras de los cuatro primeros idiomas se escriben de derecha a izquierda, y las de los otros tres de izquierda a derecha.

A primera vista parecen bastante considerables las diferencias; pero todas las discrepancias son fácilmente explicables, llevando en cuenta que la forma definitiva de una letra tiene que depender en gran manera del material sobre que se escribe y del instrumento con que los rasgos se trazan. Sobre sustancias resistentes, mármol, bronce... los trazos rectos tienen necesariamente que prevalecer. Pero, cuando la letra haya de pintarse sobre un material flexible y manejable, la convergencia de dos rectas debe con el tiempo transformarse en una curva. Habrá uniformidad de gruesos, cuando los caracteres procedan de incisiones de buril o de punzón; pero si se emplea, por ejemplo, una calla cortada y hendida, empapada en un color cualquiera, entonces los rasgos resultarán más gruesos en una dirección, y más finos en otra.

Los griegos tuvieron cuatro modos de escribir: uno de arriba abajo en columnas verticales, que llamaban cionidonal (de ciónion, columnita), y tres horizontales: uno de derecha a izquierda; otro de izquierda a derecha, que muy pronto prevaleció sobre los restantes; y, en fin, uno mixto, en que alternaba la marcha de las letras, yendo en un renglón de derecha a izquierda, y de izquierda a derecha en el siguiente; de un modo semejante a la marcha de los bueyes cuando aran, por lo cual es llamaba este método bustrofedoneo (de bous, buey, y strephein, volver). Compréndese, pues, que la inclinación de curvas y de rectas variase según la marcha de los caracteres escritos, y que en los finales de las palabras, —donde siempre queda al que escribe más libertad para rasguear a capricho—, apareciesen unas veces más los trazos de la derecha, y otras veces más los de la izquierda. Presentes estos claros motivos de discrepancia, no sólo los caracteres consignados manifiestan un origen y procedencia común, sino quo también se percibe su evidente parentesco con otros alfabetos, especialmente con el copto, etíope o abisinio, mesogótico, ruso antiguo, servio, rúnico y sajón.

2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal